Argumento de Y, Pese a Todo, la Luz
La diversidad de moradas donde habita el poema admite toda clase de registros y licencias. Así lo entendieron Bashoo y un modesto árbol. Ambos rayaron el límite de lo inverosímil. En festiva complicidad, trastocaron, con un solo poema y un almendro florido, las leyes más implacables de la lógica, la geometría y hasta del ritmo de las estaciones. En su descargo, ni un solo contraejemplo encontramos como réplica.1