¿Estamos preparados para hacer frente a una crisis? La respuesta es no. Cada día los medios de comunicación nos informan de sucesos que hacen temblar los cimientos de empresas de todos los ámbitos y tamaños.
En la mayoría de los casos existe un denominador común: los directivos, los empresarios, viven el día a día convencidos de que eso a nosotros jamás nos ocurrirá. Mayúsculo error, porque eso ocurre. Entonces, entre la desesperación y la impotencia, salta la gran cuestión: Y ahora ¿qué?
La clave está en la prevención, una palabra desconocida en el vocabulario de la inmensa mayoría de nuestros directivos, incapaces de reconocer que abordar la crisis tiene un coste personal, profesional y económico muy superior a prevenirla a tiempo.