Casi por la misma época, al reflexionar sobre la violenta realidad de Colombia, pensé que una forma elegante de explicarla tendría que ser proponer al lector un viaje al pasado, haciéndole ver que la ignorancia asesina y la intolerancia ciega no son fenómenos de los siglos XX y XXI sino que están afincadas en la memoria genética nacional desde hace centurias.
Leí además sobre un escuadrón de caballería rebelde que, tras las guerras de independencia, deambuló por Suramérica alquilando sus lanzas al mejor postor. Escudriñé aquí y allá en busca de más pistas de tan singular historia, pero en medio de la resultante avalancha de fotocopias y versiones contradictorias, la que saltó fue la figura de Juan José Rondón, oficial de la caballería revoluciona-ria de Simón Bolívar, un hombre a carta cabal que hoy, dos siglos después, luce el más precioso trofeo que puede recibir el guerrero de alma generosa: el olvido eterno.
R. B.
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Rafael Baena nació en 1956 en el Caribe colombiano y ha pasado toda su vida con un pie enterrado en la playa y el otro sobre los Andes, donde ha trabajado como periodista durante tres décadas. La división de su corazón entre el mar y la montaña, que en Colombia no es asunto banal, se ha extendido a su fluctuación entre la redacción de textos y la fotografía, que ejerce simultáneamente desde el primer día en que trabajó como reportero. Convertido en editor de magazines por un giro del destino, se atrevió a publicar su primera novela, Tanta sangre vista (Alfaguara) apenas en 2007, a la que siguió ¡Vuelvan caras, carajo! (Pre-Textos) el pasado año. Samaria Films XXX fue escrita entre esas dos y se publica ahora.
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