Es una mujer joven, vive en París y trabaja en la Gare du Nord. Anuncia, invisible, la llegada y la partida de los trenes, los horarios y las vías, acompañando al alejamiento, la separación o la esperanza. Regresa sola a su casa y espera la llamada del hombre al que ama. Los dos se besaron en una noche de borrachera, pero él está enamorado de un Ángel, de una criatura imborrable.
Después sale de casa, sola, para matar el tiempo en las calles de la ciudad, en los barrios que se vuelven peligrosos cuando cae la noche, en los bares y discotecas donde la belleza estorba. Porque es allí donde vive, atenta y sensible a esta realidad urbana. Sin esconderse, invoca el azar y la sinceridad como quien juega al póquer, tan solo para ver y oír la realidad, para sentirse presente en el mundo. Poco a poco, aborda al hombre al que ama. Poco a poco, él se le acerca.
Céline Curiol lleva a escena la historia de una mujer que, más allá de su obsesión, demuestra una absoluta compasión por el prójimo, por los desconocidos transeúntes que en diferentes momentos hacen que su individualidad se tambalee. Y por medio de esta confrontación entre lo íntimo y lo anónimo, entre la dependencia amorosa y las pulsaciones de la humanidad, la joven novelista nos impone, como un narrador experimentado, una singular visión existencial del mundo contemporáneo.
Céline Curiol (Lion, 1975), trabaja en Nueva York como periodista free-lance para Libération y France Inter. Voces en el laberinto es su primera novela.