Experimentar la propia vida es una realidad de primera mano, única, intransferible. Y cuando se la mira de cara, atisbando su más profundo núcleo, lo que se nos manifiesta es la Conciencia misma, que siempre estuvo ahí y que nos tiene reservado el tesoro inagotable de una tranquilidad que permanece para siempre. El libro atestigua que es posible relacionarse de una manera distinta con la propia mente y que, si este empeño perdura, nos acaba revelando la magia de un paisaje imprevisible. No hace falta ir a ninguna parte, ni aguardar ningún acontecimiento venidero. La experiencia puede suceder aquí mismo y ahora, si acaso tenemos la valentía de afrontar la propia realidad tal como es, sin disfrazarla ni zafarnos de ella. El libro indaga en la estructura de la mente egoica (predominante entre nosotros) y en sus aspectos más problemáticos, que incluyen su reclusión en un universo conceptual, una ilusoria idea de la felicidad, el protagonismo desmesurado de la historia personal y la ilusión de separación en que vivimos. Pero tras alcanzar una visión cabal de la mente y de su relación con la realidad, se percibe que el mundo no resulta ni tan amenazador ni tan prometedor como lo habíamos imaginado. Se entrevé que la bondad y la belleza han estado desde siempre en el fondo del propio corazón y que una vez reveladas, van a ser reconocidas por doquier.