El picado con punzón constituye un magnífico ejercicio de coordinación visomotriz, pues exige movimientos precisos de pequeña amplitud: base para el manejo posterior del lápiz o bolígrafo.
Para la preescritura y escritura son necesarios ciertos movimientos de la mano, de los dedos, índice, pulgar y corazón, mientras el anular y el meñique sirven de soporte deslizante. Estos movimientos, a su vez, son posibles gracias a la mielinización de ciertas células cerebrales, que se ven favorecidas con la práctica y el tiempo: a los niños inmaduros aún se les aprecia falta de control y de organización, sincinesias, descargas motoras incontroladas...
La edad adecuada para los tipos de ejercicios que proponemos va desde los cuatro-cinco años a los siete, edades que coinciden con la preparación, inicio y afianzamiento de la escritura.
Al principio nuestra meta será lograr una progresiva inhibición en los movimientos manuales, circunscribiéndolos a una amplitud cada vez más limitada, con lo que indirectamente estamos actuando sobre la estabilidad de la atención y de la conducta. Estos ejercicios se hacen, por tanto, particularmente recomendables para niños inestables psicomotores o para inhibidos y tímidos, a los que exigiremos un esfuerzo de expansión y expresión.