La sociedad cree que la mujer se concibe y que su parto es lento. Recordemos el alboroto que provocó Simone de Beauvoir intentando convencer a su entorno del s. XX, pretendidamente progresista, que ?no se nace mujer, se deviene?. Se trataba de una afirmación social. A su vez el aserto esencial, el popular, reconoce a la mujer el mérito de la voluntad, es decir de la libertad en su desobediencia original. Las alegorías de la libertad eran siempre femeninas.