La Iglesia medieval desempeñó un papel de primer orden en la definición de lo que debía ser, según su criterio, la vida cristiana, tanto desde el punto de vista social como político o religioso. Este intento se trasladó desde las instituciones eclesiásticas más poderosas y centralizadas (el papado) hasta las más enraizadas en los ámbitos regionales o locales (diócesis, parroquias). Pero la sociedad, o las sociedades medievales, tenían, a su vez, su propia dinámica, en la que cabía el desarrollo de particularismos sociales o personales. Este libro trata de desentrañar ciertos mecanismos de adaptación entre estos dos ámbitos (Iglesia y sociedad) centrándose en una serie de casos particulares revelados a través del estudios de determinados testamentos presentes en el cabildo catedralicio toledano, redactados tanto por laicos como por eclesiásticos. Y también pretende averiguar qué papel protagonizó una institución eclesiástica como aquélla a la hora de configurar la cultura, vida social y familiar de las personas más estrechamente vinculadas con su existencia, por su oficio o por mentalidad. Afloran así toda una serie de dinámicas privadas, familiares, culturales o intelectuales que nos hablan de un medio profundamente afectado por la existencia del Cabildo de Toledo durante el crítico y decisivo siglo XIV.