Poesía, ¿a qué eres igual,
cuál tu gemelo, cuál tu secreto?
Si es en soledad donde tus voces se oyen,
en ella te he aguardado solo con mi deseo.
Si el sueño es, otra cosa no he hecho
que vagar entre los signos de la noche,
llama en que me enajeno.
No. No te pareces al amor.
¿No está para siempre en mí su garra?
Diría aún a la pena o al olvido
si no fueran el pan de cada día.
Pero qué cerca estás de mi sangre
y sólo creo en el dolor haberte visto.
Poesía, de Javier Sologuren
La poesía de Javier Sologuren (Lima, 1921), participa de una tradición literaria en su incardinación peruana- que se inicia con César Vallejo, quien a su vez guarda relación con la tradición poética moderna de lengua española. La poesía de este autor peruano se ha ido desplazando lentamente desde el formalismo inicial a una realidad no verbal que atraviesa sugerida- el lenguaje alterándolo. Pero sea en sus libros iniciales, como El morador (1944), o en poemarios centrales como Diario de Perseo (1946-1948), La hora (1980), o en su poesía última, Sologuren es un poeta consciente de la materia verbal, de que la poesía, para ser, ha de ser forma, aunque la forma no sea suficiente, de ahí que haya buscado en varios momentos el poema como aparición del poema mismo, en el sentido defendido por Wallace Stevens de que el tema de la poesía es la poesía misma.
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