El colgante, Cicatrices y Mirando a Silvia son tres historias cuyo nexo común es la violencia y el odio, pero también el amor, un sentimiento tan fuerte como el odio y el único capaz de hacerle frente y derrotarle. Es en la guerra donde más odio y violencia se genera. Más aún si se trata de una guerra civil. Rosa descubrirá, gracias a un colgante hallado en una fosa común, la verdad sobre la muerte de su abuelo Julián, acaecida en mil novecientos treinta y seis. Las mafias que controlan la mendicidad, junto con los nuevos indigentes, cada día más numerosos, han desplazado por la fuerza a Bernardo, un viejo y desarrapado vagabundo, hasta zonas mucho menos fecundas para limosnear. Cristina sigue por televisión la retransmisión de un partido de fútbol. El club del que es ferviente seguidora se juega esa noche colocarse al frente de la competición liguera. Pero algo terrible se esconde tras el delirio febril con el que anima a su equipo. Alberto tiene un carácter muy fuerte. Lleva dos años anclado en el paro. La crisis que asola el país ha desestabilizado su vida. Incapaz de contener su agresividad, busca cualquier pretexto para descargar en los demás toda su frustración, rabia e impotencia. Álex, Javier y Silvia protagonizan una curiosa historia de amor. Álex es víctima de su propio odio, que somete su voluntad y le impide progresar como ser humano. Por otra parte, Aimar es un gay extrovertido, orgulloso de su condición sexual. Víctimas del odio nos habla, entre otras cosas, de la crueldad de la guerra, de la violencia en el fútbol, de la discriminación y la intolerancia ante la diversidad sexual, y, sobre todo, de la lacra social que supone la violencia de género.