Antes de la década de 1970, Colombia no tenía antecedentes de exportación de droga a gran escala; solo se convirtió en uno de los más importantes actores cuando llegaron contrabandistas estadounidenses al país a comienzos de esa década y comenzaron a pagar altos precios por la marihuana. Esta droga y luego la cocaína ocasionaron un tsunami de dólares ilegales en el país que alimentó todo tipo de delitos. Los niveles de criminalidad y violencia aumentaron continuamente y para fines del siglo XX los colombianos se preguntaban si las instituciones nacionales podrían soportar el multifacético desorden financiado por un flujo masivo de dinero del narcotráfico.