Desde las primeras líneas de esta novela quedamos seducidos y atrapados por el singular microcosmos de su autora. La declaración del protagonista no admite refutación alguna: «Voy a hacer estallar el avión a las 13.30.» ¿Un mártir religioso? Tal vez... Pero la religión por la que Zoilo se inmola es el amor. Un amor incondicional por Astrolabio, una joven cuya existencia se centra en velar por la integridad física y la obra de Aliénor, una peculiar novelista aquejada de un autismo que la vuelve indefensa ante el mundo y que dicta sus novelas a su devota agente y cuidadora. Es así como volvemos a encontrar la exquisita extravagancia en tramas y personajes que, como en los esperpentos de Valle-Inclán o el absurdo de Jarry o Beckett, hace de la obra de la belga un espléndido retablo sobre la vida, el amor y la muerte.