Esta celebración del Vía Crucis respeta las estaciones tradicionales, con la añadidura, ya habitual, de la decimoquinta dedicada a la Resurrección. Cada estación consta de cinco partes: la escucha de la Palabra, una meditación sacada de algunos escritos de los Padres de la Iglesia, una breve reflexión, las intenciones de oración y una oración conclusiva tomada de los escritos de san Agustín.