Hubo un tiempo en que el imperio español se extendía amenazante por el mundo. Los artistas más famosos estaban al servicio de la corte y había uno que destacaba entre todos: Diego Velázquez.
Hábil cortesano, cristiano fiel y caballero prudente, Diego era el pintor favorito del rey.
Sólo él era capaz de reproducir la naturaleza con una maestría inimitable, emocionante y ¡real!.