El autor recorre lugares y costumbres de la época, revive recuerdos familiares que forman un cuadro vívido de aquellos años de la pos-guerra. Mi esperanza es que no se pierdan estos hechos, sencillos, irrelevantes, quizás, pero que conforman parte del alma popular de esta época. Que mis hijos, mis nietos, puedan saber cosas de mi pueblo, Catarroja. Del paseo dominical donde, cada semana, un océano de chicos y chicas se encontraban y desencontraban en mil oleadas humanas de idas y venidas. De los días de Pascua en que las eras se llenaban de grupos de jóvenes para jugar, bailar y volar las cometas. Del camión de gasógeno de mi tío Paco. Del cine Faus o de la piscina Hervás y, sobre todo, que no caigan en el olvido las personas queridas: mis padres, mi abuelo, mi tío, mis hermanos, mis amigos?