Argumento de único Testigo
Desde hace más de un siglo, el cine proporciona a seres de todo el mundo historias con las que divertirse o con las que llorar; historias para aprender y para recapacitar; historias en las que reflejarse o angustiarse. Pero quizás, lo más importante y llamativo del caso, es que esa historia le llegan en unas condiciones tan especiales que convierten al espectador cinematográfico en el más vulnerable, atrapado y fascinado de cuantos espectadores han existido. El presente volumen es un intento de bucear en la esencia misma del mensaje cinematográfico, en la particular manera en la que el cine llega al ser humano, en su capacidad para incidir en los sentimientos del ser humano, en su capacidad para incidir en los sentimientos de los espectadores con una intensidad superior a la de cualquier otro espectáculo.1