La trama es un accidentado viaje que realizan sus protagonistas, un caballero español de la época y su criado Francisquillo, para recuperar las espuelas de oro que le han sido robadas al cadáver de Quevedo. A lo largo de la novela nos vamos familiarizando con la vida del gran escritor de modo ameno y sencillo.
La obra abarca un largo periodo de tiempo y el desarrollo argumental implican gran cantidad de personajes y una variedad de escenarios ambientales. La agilidad y dinamismo destacan como aciertos fundamentales, lográndose que la narración conserve su unidad y verosimilitud. Se han cuidado mucho los detalles descriptivos, procurando que los personajes secundarios que permanecen en el trasfondo de los hechos estén bien perfilados.
Para escribir esta novela, la autora ha contado con la ayuda incondicional de innumerables amigos de Torre de Juan Abad y de Villanueva de los Infantes, los dos pueblos manchegos que fueron escenario de los últimos meses de vida de Francisco de Quevedo, en donde escribió algunas de sus mejores obras.
A la muerte del escritor, acaecida el 8 de septiembre de 1645 en Villanueva de los Infantes, su cuerpo recibió sepultura en la iglesia de San Andrés, dentro de la cripta de la familia Bustos. Después de muchas vicisitudes, cuatro siglos después, los restos del gran literato han sido solemnemente enterrados en esa capilla de nuevo durante una brillante ceremonia celebrada en mayo de 2007, una vez analizados los restos y comprobado que pertenecen a este genio de las letras.