Argumento de Una Vida en Tres Días
Se consideran y reproducen, de modo relativamente novelado, unas supuestas vivencias, valga la aparente paradoja, de Cristo muerto, del Señor en su sepulcro. Escenario, la cueva comprada por José de Arimatea y personaje único, Jesús, el Dios hombre o el hombre Dios, recuperada la conciencia al poco tiempo de las unciones y ritos funerarios.
Agotado, roto, deshecho, aprovecha aquel tiempo, los tres famosos dias, para descansar de tan espantosas fatigas. Aún los tres días, completos, le habrían venido bien. Allí había una naturaleza humana tan maltrecha como para no recomponerla en tres jornadas. Por muy divina que también fuera.
Tres días que en realidad, fueron, traducidos a tiempo real, lo que quedaba del viernes en cuyo anochecer lo entierran, cuatro o cinco horas; el sábado completo y la parte inicial del domingo en cuya mañana resucita oficialmente, a lo sumo, otras nueve o diez horas. Tres días, no setenta y dos horas, que dedica a repasar su vida, teóricamente muerto, aprovechando por primera vez aquel definitivo sosiego, aquella oportunidad en que, como decimos los hombres, descansaba en paz. Nunca mejor dicho, en su caso. Su vida, la privada, la relativa a su nacimiento, su infancia, su relación con María y José, con sus amigos, con los doctores del templo y luego, la pública, con sus conocimientos, amistades, compañeros, enemigos, plagada de las maravillosas y trágicas experiencias que relatan los Evangelios y su culminación en el Calvario.
He querido escribir, atrevidamente, la novela de Dios. De Dios muerto, sin morir del todo o muerta simplemente su humanidad, o resucitado pronto, casi enseguida, Dios por lo menos y tal vez un poco más tarde, el hombre. La novela en que Dios convierte su vida en su propia novela y se la cuenta a Sí Mismo, entre otras cosas, para hacer tiempo... Porque había que esperar al tercer día, según los establecido por el Padre, el Domingo de Resurrección...0