No veo a nadie contigo y, sin embargo, me pregunto quién te ha traído a estas páginas. No te conozco y quizás nunca lo haga, pero estas hojas son los susurros de auxilio que tanto pediste. Si no entiendes nada, enhorabuena, eres feliz. Ojalá no te marches. Ojalá te arrastre el cansancio y al final te quedes floreciendo en mis minutos. Seremos algún día algo más que saludos incómodos y compromisos gastados. Hazlo, quédate. Conmigo.