No siempre es posible mantener la vida de quienes se encuentran gravemente enfermos: la vida es una guerra perdida contra la muerte. Lo verdaderamente interesante, y lo más complicado, es preservar la calidad de vida de las personas hasta el momento de la muerte. Por eso, algunas de ellas se plantean, junto con sus familiares y los profesionales que las atienden, limitar las medidas de soporte vital y de ese modo dejar paso a la muerte. Otras, sobre todo en los países en que se ha legalizado, solicitan a sus médicos que les practiquen una eutanasia para acelerar el proceso y terminar de manera rápida con una vida que consideran demasiado degradante. Un tercer escenario, cada vez más frecuente, es el de los enfermos hospitalizados que han perdido su capacidad para tomar decisiones sobre su salud. Estos pueden haber establecido por adelantado y por escrito los tratamientos que desearían o no recibir. El propósito de este libro es esclarecer y debatir desde un punto de vista ético todas esas prácticas relacionadas con el final de la vida, lejos de posturas apriorísticas, intransigentes e irracionales.