El submarino, como arma de guerra útil, apareció a principios del siglo XIX. Pese a que eran poco fiables, ya eran útiles para auténticas batallas navales. Pronto se vería que iban a ser un arma que tendría un prometedor futuro si se desarrollaba plenamente. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el número de buques de la armada alemana era demasiado pequeño para disputar el control del mar a la Royal Navy británica; su única posibilidad estratégica era atacar su comercio utilizando la flota submarina; una clásica guerra de corso, como la realizada por Inglaterra durante siglos contra España, pero utilizando los medios de que disponía el siglo XX: navíos de superficie, aviones y, sobre todo, submarinos.