El poemario Una estación cualquiera habla de la cotidianidad, de bares, niños yendo al colegio, de africanos deambulando las calles de Lavapiés, de niñas que juegan en un parque o transeúntes que van al trabajo todas las mañanas. Es la infancia del autor también, su adolescencia, una revisión a lo que está lejos, a ciertos paisajes colombianos. Es un deseo por recobrar el pasado e imprimir con tinta indeleble el presente nuevo. Hay poemas que tratan la desesperación y otros la esperanza. Es un universo en expansión.