Dieter es, a sus cuarenta y tres años, una persona relativamente culta que trabaja para una compañía farmacéutica y que contempla la realidad con una cierta indiferencia. El fracaso de su matrimonio es posiblemente la razón de su escaso interés en los fenómenos de la vida. La realidad se le antoja aburrida, absurda, complicada e improductiva. Sin embargo, después de haber perdido la oreja izquierda, sufrirá aún otras carencias, y como por ensalmo, descubrirá en los detalles más nimios una nueva y asombrosa realidad.