Argumento de Un Hombre Sencillo
Colección: El Pasaje de los Panoramas
Un hombre quiere escribir, pero no puede. Nada hay de extraordinario en esto, es casi demasiado banal. Un hombre quiere llevar una vida tranquila, amar a su mujer, llevar dinero a casa, pero no puede. Tampoco esto es extraordinario, sucede a menudo. Un hombre quiere encontrarse, aferrarse al sentido de la vida, atrapar la verdad, su verdad, pero no puede. Y, bien, a quién no le ha pasado esto, es una lucha común. Jean Martin quiere concentrarse, escribir, amar, mas todo se diluye, se vuelve confuso: se encierra en su habitación, pero cada ruido es un martirio que le agujerea el cerebro, cada trámite se vuelve insoportable. tal vez debería irse al campo, París resulta agotador. ¡Al campo se ha dicho! Alquila una habitación, pero sigue habiendo ruidos, distracciones, viene a visitarlo Michette, la hija de su mujer, una tentación demasiado turbadora: esa piel joven, esa ingenuidad malévola. Todo gira, los escrúpulos se desdibujan. ¡Hay que purificarse! La comida es el enemigo número uno: ¿ingerir algo? ¡Dios nos libre! Bajo la cama un hombre se esconde para tirarle del pie. ¡Él sabe que no está ahí, ese hombre no existe! Pero tirarle, bien que le tira.
A lo largo de cinco «confesiones», dirigidas a un médico del departamento psiquiátrico del Hospital de la Salpêtrière, Martin (¿un hombre sencillo?), narra lo que le ha llevado al internamiento.
El autor se aventura en los contornos de la locura, pero el tono, al contrario de lo que podría imaginarse, es luminoso, las frases son vivas, tajantes, a menudo increíblemente divertidas. Humor y sufrimiento se mezclan en el relato de este gran estilista, una de las voces europeas más singulares del siglo XX.0