Como en toda la poesía -la literatura- de Luis Miguel Madrid, nada es veloz ni nada es verdad ni nada es llanto melodioso. Porque la escritura está plagada de trampas, de pensamiento arrasado, de inexistencia hueca, de pureza sin significado... Quizá sea una relación extravagante, pero los poemas de Luis Miguel Madrid me recuerdan a las estructuras de hierro forjado de Eduardo Chillida. Son artistas que crean sus propios espacios, que delimitan horizontes y océanos. Que tienen una sobria manera de situarse y de cuestionarse para enfrentarse a la inmensidad abierta sin prejuicio. Son artistas que edifican ideas para convertirlas en trozos cortados y heridos de nuestra alma. Son paisaje y eternidad. Y son nada. Armando G. Tejeda.