En la contraportada de la primera salida a los lectores de este libro se decía que, pese a que el autor había asegurado tras su primer libro de poemas el abandono de este género literario, volvía a insistir en él con este Un fulgor tan breve, que ofrecía «melancolías más profundas, ironías más afiladas y metálicas, serenidades igualmente clásicas, y la máxima economía en la expresión». Y todo esto se ha ahondado, pero aquí estaba, y está como su brote primigenio, y un rápido fulgor, incluso si la visión del autor se ha ido llenando luego, más y más, de un gran optimismo de disfrute del mundo, aun en contracorriente con la poesía más pesimista de este tiempo. Esta sonrisa ya estaba aquí, igualmente.