Las páginas de este libro juegan peligrosamente con la realidad. La poesía es una forma de la ficción y la ficción es un eufemismo grato de la mentira. Por eso es necesario aclarar que el verdadero autor material de estos poemas es el propio Marcos-Ricardo Barnatán, aunque el poeta David Jerusalem ha sido el inspirador último del sentimiento que hay en estos versos. David Jerusalem es un nombre arquetípico inventado por Borges, y al ingenio del mismo escritor se deben los títulos de los dos únicos poemas mencionados en su cuento. Todo lo demás es es el deseo del autor de recrear a ese fantasma, símbolo y cifra de seis millones de hombres verdaderos que perdieron sus vidas y sus nombres en una absurda hoguera que ardió en Europa entre 1939 y 1945.