El autor retrata un universo en el que los niños maduran para huir de su infancia y los adultos zozobran antes de dejarse mecer por vidas incrustadas y geométricas. Con un estilo depurado y transparente, Falco nos permite contemplar, a través de la cerradura, la existencia de personajes desprotegidos y orgullosos, empeñados en una lucha tranquila, casi silenciosa, por encontrar un sentido.