Un cabeza volada. El diario del siglo XXI es el viaje al descubrimiento de la identidad y la realidad, pero también al encuentro del poder y su inmensa capacidad de fantasía e ilusión en todos los países y edades. Avanzando a través de las webs, los correos electrónicos, las redes sociales, los sms telefónicos e Internet, por los territorios libres y abiertos de la novela, la música, la filosofía, la pintura, la poesía, el cine e incluso la televisión, la narración experimenta su peculiar vuelta al mundo real o imaginario atravesada por una no tan vieja idea: todo es posible, las fronteras entre la realidad y la ficción mutan de pronto, el teatro de nuestra vida ya puede ofrecerse como tal, y por debajo de todo la diferencia continúa su juego inefable.
Este relato-diario-bitácora reseña la singular travesía en el tiempo de un aventurero de todos los días que no conserva más nave de guerra que la del amor, más allá de la muerte, en una vida alegre, intempestiva y azarosa que no tiene igual frente a ninguna de las máscaras y disfraces con que, por fuerza, la vestimos a diario y reducimos a una culta, insólita y salvaje cautividad. Es, por si el lector aún no lo había adivinado, un libro en red que no desea mantenerse en pie sin a la vez desorganizarse para conectar más y mejor con lo que sucede y hay ahí fuera.
El diario, según el autor, será entretenido, variado y, por supuesto, interesante y sugestivo. Un diario que te pegará un viaje, dice, porque debe correr como una flecha y además habrá que romperle el espinazo. Pero qué va a decir él un autor es una obra y cómo pueden albergarse tales intenciones y realizar tales promesas. Pero en sentido estricto quizá no sea ni siquiera un diario, y la mejor prueba de esta rara condición es que quizá habría que leerlo entre canciones y películas, sonidos e imágenes de distinto signo, junto a las otras máquinas del tiempo y no muy lejos del audio, el video y el ordenador.