Aunque parezca extraño, la figura de referencia de la primera Ilustración española, que fue además el best seller del siglo XVIIII, con tiradas de 3.000 ejemplares y hasta 300.000 en circulación, no cuenta hoy con una antología disponible que tome como base todos sus escritos, ni siquiera todos sus ensayos.
El 250 aniversario de la muerte de Feijoo, que se cumple este año 2014, es buena razón para la antología de una obra generada íntegramente desde Asturias que, vista en su conjunto, supone el principal legado de la primera Ilustración española. «La mayor parte de mi vida he estado lidiando con estas sombras; porque muy temprano empecé a conocer que lo eran», dirá él mismo para definir su tarea crítica y la batalla cultural que emprendía. Una tarea de desengaño de errores comunes dirigida por primera vez a un amplio público no especializado que podía liberarse de los prejuicios, fueran costumbres sancionadas por la tradición, creencias ligadas a una concepción mágico-religiosa del mundo, conocimientos refrendados por los viejos sistemas filosóficos de corte aristotélico o milagrerías alentadas desde el ámbito eclesiástico.
De este pensamiento puede decirse lo que Tzvetan Todorov, premio Príncipe de Asturias, decía de la Ilustración: «La Ilustración forma parte del pasado (ya hemos tenido un siglo ilustrado), pero no puede pasar, porque lo que ha acabado designando ya no es una doctrina históricamente situada, sino una actitud ante el mundo».