Corren los años veinte del siglo pasado. Al abrir el libro, descubrimos a la pequeña Francie sentada en la escalera antiincendios de su casa, leyendo, a la sombra de un árbol. Poco a poco, la mirada se aleja de la chiquilla para abarcar a la estrafalaria familia Nolan, que malvive en un barrio de Brooklyn. Francie crece rodeada de los libros que tanto le gustan, y pronto empieza a pedirle a la vida algo más que un triste acomodo en la mediocridad. Un árbol crece en Brooklyn es una novela en la que los personajes son tan próximos que nos duelen sus dolores, y en la que el sueño americano cobra por fin peso y color.