El crimen no es la causa ni el desenlace de una situación amorosa sino la utilización del asesinato desde la más pura y humana ortodoxia cainita. Caín y Abel serán figuras sumergidas, pero latentes, de los dos principales personajes masculinos de la novela. A ellas acompaña un tercero, la mujer. Con ella el triángulo se abre a nuevas expectativas.