En un crescendo fascinante, esta es la parte final de la novela
histórica que la autora denominó la «saga de los Osorio». La prosa de
Bajo es una sabia y dosificada combinación de giros de época, metáforas
vibrantes, imágenes notablemente vívidas, diálogos ingeniosos, frescos o
punzantes.
París, 1841. Sebastián Osorio y el doctor Saint-Jacques, quienes
combatieron bajo las órdenes del general José María Paz en La Tablada,
se reúnen y deciden volver a la Argentina para luchar por la
Constitución. Mientras tanto en Córdoba, Fernando Osorio entierra al
perro de su mujer -asesinada dos años atrás-, que ha muerto
defendiéndolo. El corazón del Payo está dividido entre el recuerdo de la
amada y la pasión que siente por su prima Ignacia, la dama del halcón, a
quien no puede desposar.
Desde Galicia, un misterioso hidalgo y su acólito sarraceno llegan a la
ciudad trayendo noticias del marido de Ignacia. Y el legendario
gobernador de Córdoba, López Quebracho, regresa del sur para sofocar
intrigas y reclamar la lealtad de Fernando.
La Guerra Civil arrasa en las provincias, pero las mujeres resisten como
faros en la tormenta: las Osorio, «imbatibles en asuntos de conciencia,
lealtades o venganzas», y las de los vencidos, que en medio del dolor,
se empeñan en reparar el tejido de la vida. Así, mientras se sepulta a
los muertos y se llora a los ausentes, el amor, el desolado amor, renace
entre las ruinas.
Completan la saga «Como vivido cien veces», «En tiempos de Laura Osorio»
y «La trama del pasado».