Justo cuando ya se creía tener tomada la medida a Asia, se llega a Filipinas, un destino donde los curas ocupan el lugar de los monjes budistas, los triciclos sustituyen a los túk túks y el adobo reemplaza a la pho. De entrada, más que encandilar, Filipinas produce un efecto descorazonador y perturbador, si bien este se disipa al profundizar en su esencia y en sus muchos tesoros. Para empezar, explorar islas desiertas, escalar volcanes, alucinar con antiguos arrozales en terraza, bucear en enclaves despampanantes o aventurarse por las montañas en busca de tribus.
? Vagar por las catedrales de roca caliza y lagunas celestes de Bacuit, cerca de El Nido.
? Mapas.
? Caminar entre los altos arrozales en terrazas de Banaue y Bontoc, en la Cordillera, al norte de Luzón.
? Transporte.
? Entregarse a la noche de Manila, la ciudad que nunca duerme.
? Restaurantes y alojamiento.
Incluye: Manila, La Cordillera, Legazpi, Puerto Galera, Roxas, Borácay, Negros, Siquijor, Cebú, Bohol, Mindanao, Siargao, Palawan.