A Suín casi nadie lo puede ver, ni siquiera tocar, y solo puedes oírlo si prestas mucha atención. Tampoco lo puedes olfatear, porque no huele a nada, y si lo pudieras engullir, algo que sí es posible, notarías que no sabe a nada. Sin embargo no es difícil conocerlo y, cuando lo consigues, te das cuenta de que no puedes evitar quererlo. Suín es un vientecillo inquieto que hace precisamente eso: ¡suíííínnn!, cuando sopla rápido y libre a tu alrededor; y si te roza te hace su amigo, porque como él dice: ?Tener amigos es lo mejor del mundo?. Si eres de los que se atreven a mirarlo y a tocarlo te sorprenderá comprobar cómo puedes llegar a amar algo que no es nada, y ya nada evitará que lo acompañes en las múltiples aventuras que vivirás junto a él con la certeza de que también tú tienes un amigo en Suín.