El haber construido su casa los llenaba de emoción. Saber que sus hijos crecerían en un hogar lleno de ilusiones y de seguridad, los animaba y reconfortaba. La vida sonreía a esa familia de cinco integrantes que comenzaba a abrirse camino. El poder de la envidia los encaró. La realidad los golpeó para mostrarles su lado oscuro. Alberto y Linda no creían. Pensaban que esas cosas eran para gente ignorante, poco culta o mentirosa; pero la vida les hizo una jugada maestra. Esta es una historia basada en hechos reales, donde los protagonistas acabaron creyendo y viviendo con los espíritus de la casa 16, que estarían ahí hasta el último día.