Sin embargo, el debate público sobre el medio ambiente, teñido a partes iguales de exageración y sentimentalismo, está lejos de desarrollarse en los términos correctos. Porque no podemos regresar a una Arcadia que nunca existió. La naturaleza se ha convertido en medio ambiente humano; no podía ser de otra forma.
Esta premisa debe ser el fundamento de la política verde del futuro: una política realista. Y una política que afirme los mejores valores del orden social moderno, para propiciar su gradual adaptación \"ya en marcha\" a las exigencias medioambientales.
La crisis ecológica no puede convertirse en pretexto para otra revolución pendiente: a una crisis imaginaria no puede responderse con una sociedad imaginaria. ¿Puede una sociedad, en cambio, ser verde y liberal? No sólo puede; debe serlo. Eso significa que la sociedad sostenible será abierta, democrática, global. O no será.