La calidad de la relación de la poesía con el lenguaje sufrió un giro sensible en el mundo, y la calidad de la relación con el mundo sufrió otro a su vez, en tanto un lugar en el mundo es hoy todos los lugares a menos que se permanezca sordo y ciego a las imágenes de la calle, a las señales que emiten, a la música que sugieren, a la cultura planetaria que exhiben o se agregan. Y así sucede que las imágenes narradas de María Teresa Andruetto son a la vez las de un imaginario de literatura y rock y las de ciudades reales y pueblos en provincias. Pero la forma de este libro no es el collage. Su técnica es la más ardua y más compleja. Es la del arte de narrar. Como quería Ezra Pound, no tiene imágenes que no puedan ser sometidas a examen. Y es allí donde palpita su relación actual y permanente con los objetos de lenguaje. "Las verdades no son sino antiguas metáforas", dice la autora. Y lo mismo aplica a las cosas, en el lugar de verdades. La astucia examinadora tiene las puertas abiertas a este relato: no podrá traducirlo a la obviedad. Andruetto está hablando de cosas vividas. Sus seres, casos y objetos la tocan. Y trasmiten límpidamente lo indescifrable. Eso es más que "un resto de magia".Jorge Aulicino