En el verano de 1919 Franco Steffanoni aplica la técnica del strappo para arrancar unos murales de más de mil años de antigüedad en Santa Maria de Mur. El encargo lo ha hecho un anticuario, Ignacio Pollak, por orden de un industrial amante del arte, Luis Plandiura.
Así empieza el expolio del arte románico a manos de personajes sin escrúpulos. Los tesoros que contienen las iglesias del Pallars y el valle de Boí no están amparados por ninguna legislación que los proteja, de ahí que sufran robos y expolios entre ventas clandestinas, engaños y medias verdades.
Joaquim Folch y Torres, desde Barcelona, y Ton de cal Soldat, desde el Pallars, lucharán para evitar lo que se ha convertido en un dilema: arrancar para conservar o para negociar.
Strappo retrata la tenacidad de unos y la codicia de otros para conseguir los tesoros que guardaban las iglesias que antes no valoraba nadie y que ahora son patrimonio de la Humanidad según la Unesco.