Soplos son los pensamientos que me invaden, me marean, me trastornan. Unos son de primavera, cuando empieza a calentar el sol, me sube la ternura y me pongo a pensar en los míos, qué y quiénes me rodean. Otros son los soplos de verano, tiempo de viajes, descubrimientos y novedades. En otoño, el rojo incendia mis ideas, me siento trascender, levitar, casi medito. Y el frío invierno me obliga a acurrucarme en mi mesa, me acuartelo en la oficina, con esfuerzo y tesón. Mi amigo Manuel le pone imágenes a la vorágine, pinta alas a mi imaginación