A Lucy le castañeteaban los dientes a causa del miedo. Se había encerrado en su cuarto usando el pestillo de la puerta. Estaba horrorizada. Sentada en el suelo con su muñeca, la señorita Maud, apretada contra su pecho agitado, oía abajo chillar a su padre. Gruñidos animales y ruidos horribles se mezclaban con sus gritos. Distinguió en medio de aquel pandemónium el sonido inconfundible de muebles arrastrados, golpes en las paredes y cristales hechos añicos, que ponían los pelos de punta...