Sólo para una noche. Marina había tenido que volar desde Australia hasta Londres para donar su médula espinal a Rebecca, una niña de siete años con leucemia. Pero al llegar a su destino, Marina descubrió que el tío de la niña, con quien había mantenido una escueta y formal correspondencia, no era el venerable anciano que ella esperaba. Muy al contrario, se trataba de un impresionante caballero de treinta y tantos años, realmente atractivo... De nuevo el amor. Val Seymour exigió que Lucille lo instalara en el mejor edificio de Sidney. Luego, confiadamente, esperó que ella se instalara en su cama. Val parecía ser el despiadado donjuán que Lucille se había imaginado, pero también era encantador, inteligente y... sensible. Lucille casi se creyó que Val no quería sólo una aventura, sino que era la clase de hombre que había estado buscando. La clase de hombre que quería una esposa...