Solo mira. No te quedes con nada, pero mira. No pases sin mirar. Están aquí, a tu lado. El hombre que fuma acodado en la barandilla del puerto, la mujer que enciende la radio en la oscuridad de su habitación jamás compartida, la muchacha que tiembla a la salida del concierto, el camarero que te servirá el café de cada mañana. Son puros, son de verdad, están justo a tu lado y bastará que te sientes en una terraza y aguardes atento a que pasen. Te ofrecerán un retazo de su vida, extenderán ante tus ojos sus historias, como tapices irrepetibles. No te los quedes, pero mira. Abre una ventana y mira por un instante. Son los rostros que te llevaste atrapados en una fotografía y que ahora te observan desde el otro lado del tiempo, preguntándose cómo atravesar esa frontera infranqueable. Traigo un fragmento de sus vidas a la tuya; solo míralas, o tal vez decidas quedarte alguna.