Al ofrecer estas traducciones, no es nuestro propósito componer una prolija y completa presentación de la imponente figura de san Agustín; sólo intentamos ubicar en su tiempo y en su temática los textos que nos ponen en contacto con los comienzos de la obra agustiniana. Soliloquios 15 Libro Primero 15 Libro Segundo 65 Acerca de la vida feliz 123 Capítulo Primero 125 Capítulo Segundo 133 Capítulo Tercero 145 Capítulo Cuarto 153 Notas 167
Estos textos han recobrado, en los últimos tiempos, por obra de la crítica, su carácter de testimonio genuino de la transformación interior que la conversión al cristianismo operó en su alma.
Los Soliloquios constituyen una meditación, en forma de un diálogo entre el alma y la razón. Comienza con una de las más maravillosas plegarias que el hombre pueda formular. Se encamina, luego, hacia los dos objetivos centrales del pensamiento agustiniano: conocer a Dios y conocer el alma. De allí, la enumeración afanosa de todas las condiciones que posibilitan ese conocimiento y el descubrimiento de la necesidad imprescindible de la luz de Dios para ver la verdad.
El libro segundo de los Soliloquios está dedicado al tema de la inmortalidad del alma. Aunque su argumentación no es conclusiva, no podemos negar la fuerza especulativa que Agustín impone al tema; sobre todo, cómo se abre paso, poco a poco, en esta reflexión acerca de la verdad, su doctrina de la iluminación.
En Acerca de la vida feliz, arranca desde un punto de vista más práctico: de la necesidad de felicidad del hombre ha de concluirse que puede encontrar la verdad. El sabio es feliz. Pero la felicidad está en lo que no puede perderse y sólo quien tiene a Dios puede ser feliz. Así, "no hay verdadera felicidad, sino en el perfecto conocimiento de Dios".
Nuestro propósito es acercar al lector inquieto un pensador cristiano cuyo lenguaje, cuya problemática y cuyas respuestas pueden ser válidos hoy. Si estos textos despiertan la atracción por el pensamiento agustiniano e incitan a su lectura, daremos por bien empleado nuestro esfuerzo.
Capítulo Primero. Invocación a Dios 17
Capítulo Segundo. Qué se ha de amar 25
Capítulo Tercero. Conocimiento de Dios 27
Capítulo Cuarto. La verdadera ciencia 29
Capítulo Quinto. Acerca de la misma ciencia sobre cosas diversas 33
Capítulo Sexto. Los sentidos del alma con que se percibe a Dios 35
Capítulo Séptimo. Hasta qué punto son necesarias la fe, la esperanza y la caridad 39
Capítulo Octavo. Lo que se necesita para conocer a Dios 41
Capítulo Noveno. El amor propio 43
Capítulo Décimo. Amor de las cosas corporales y exteriores 45
Capítulo Once. Los bienes exteriores pueden no sólo aceptarse sino también desearse, no por sí mismos sino por verdaderos bienes 47
Capítulo Doce. Cómo todos los deseos y pasiones deben ordenarse al sumo bien 51
Capítulo Trece. Cómo y a través de qué grados se pone de manifiesto la sabiduría, el verdadero amor 55
Capítulo Catorce. La misma sabiduría cura los ojos del alma para que pueda ver 57
Capítulo Quince. Conocimiento del alma y confianza en Dios 61
Capítulo Primero. Acerca de la inmortalidad del alma 67
Capítulo Segundo. La verdad eterna 71
Capítulo Tercero. Sobre la falsedad, la percepción sensible y la inmortalidad del alma 73
Capítulo Cuarto. ¿Se puede inferir la inmortalidad del alma de la perpetuidad de la falsedad o de la verdad? 77
Capítulo Quinto. Qué es la verdad 81
Capítulo Sexto. De dónde proviene y dónde está la falsedad 83
Capítulo Séptimo. Acerca de lo verosímil. Por qué esta obra se llama Soliloquios 87
Capítulo Octavo. De dónde proviene lo verdadero y lo falso 89
Capítulo Noveno. Qué es lo falso, lo falaz, lo mentiroso 91
Capítulo Décimo. Algunas cosas son verdaderas por lo mismo que son falsas 93
Capítulo Once. La verdad de las ciencias. La fábula. La gramática 95
Capítulo Doce. De cuántas maneras unas cosas están en otras 99
Capítulo Trece. Conclusión sobre la inmortalidad del alma 101
Capítulo Catorce. Examen sobre el silogismo anterior 105
Capítulo Quince. Naturaleza de lo verdadero y lo falso 107
Capítulo Dieciséis. Si las cosas mejores pueden llamarse con el nombre de las inferiores 111
Capítulo Diecisiete. Si algo es totalmente falso o verdadero 113
Capítulo Dieciocho. Si los cuerpos son verdaderos 115
Capítulo Diecinueve. La verdad inmortal prueba la inmortalidad del alma 117
Capítulo Veinte. Creemos que algunas cosas son verdaderas. Algunas recordamos. Algunas no se captan ni con el sentido, ni con la fantasía, sino sólo con la razón 119
Prólogo. Ocasión del debate 125
1. El puerto de la filosofía 125
2. Clases de hombres que se ayudan con la filosofía 126
3. Peligros que acechan 127
4. Evolución de Agustín 128
5. Ocasión del debate 129
6. Personajes asistentes 130
Discusión del primer día 133
7. Estamos compuestos de cuerpo y alma 133
8. El alimento del cuerpo y del alma 135
9. Es necesario desear el alimento del cuerpo y del alma 136
10. No es feliz quien no tiene lo que quiere 137
11. No es feliz quien tiene lo que quiere 138
12. Es feliz el que posee a Dios 140
13. Crítica a los Académicos 141
14. El Académico no puede ser feliz ni sabio 141
15. Reacción a favor de los Académicos 142
16. Refutación final 144
Discusión del segundo día 145
17. Sobre los que poseen a Dios 145
18. Tres definiciones sobre la manera de poseer a Dios 146
19. Si Dios quiere que el hombre lo busque 147
20. Es feliz, el que tiene a Dios a su favor 148
21. El que encontró a Dios, es feliz 149
22. La infelicidad y la indigencia 150
Discusión del tercer día 153
23. Es feliz el que no sufre indigencia 153
24. No todo el que no tiene necesidad es feliz 154
25. El sabio no es indigente 154
26. Si todo desdichado es indigente 155
27. La sabiduría procede de Dios 156
28. La indigencia y la infelicidad 157
29. Todo desdichado es indigente y todo indigente es desdichado 158
30. La indigencia y la plenitud del alma 159
31. Indigencia es necedad y plenitud es sabiduría 160
32. Plenitud del alma y la moderación 161
33. El hombre feliz es moderado o Sabio 162
34. La Sabiduría es poseer a Dios en el alma 163
35. La vida feliz consiste en conocer la Verdad y saber por qué medio se entra en contacto con la Sabiduría 164
36. Conclusión final 165