Steve Ross tenía ocho años cuando los nazis invadieron Polonia y obligaron a huir a su familia. Durante los siguientes seis años sufrió las atrocidades practicadas en los campos de concentración más famosos, entre ellos Auschwitz y Dachau.
En el momento de ser liberado desconocía su edad, estaba prácticamente muerto a causa de la severa desnutrición y, excepto su hermano, toda su familia había sido asesinada.
De sus vivencias más terribles el autor aprendió, a través de la observación de la crueldad más salvaje, pero también de la compasión recibida algunos compañeros de cautiverio, la capacidad del ser humano de superar las circunstancias más adversas y decidió dedicar su vida a los jóvenes más desfavorecidos para asegurarse de que, a pesar de los obstáculos que encontraran en sus vidas, ninguno sufriera lo que él había padecido.