Hablar hoy de democracia es hablar de democracia representativa. Pero democracia y representación no son conceptos sinónimos. En este volumen se traza la historia de la unión de ambos, para tratar de dar respuesta satisfactoria a una inquietud: la de articular ?si es que verdaderamente es posible- una justificación de la democracia representativa que sea una justificación per se, esto es, que no sea expuesta como mal menor o como solución pragmática; y que, a la vez, sea una defensa de la representación política desde un punto de vista democrático. Las conclusiones que se alcancen conducirán a defender, bien el mantenimiento del modelo representativo (con las perfecciones pertinentes, si fuera el caso), bien su deseable desaparición dejando paso a otras formas de articular y ordenar la participación política de los ciudadanos.