Se quebrarán las bruñidas superficies de los lagos, espumándose cuando las surquen cuerpos como lanzas, blancos y ebrios de sol. Las islas del archipiélago de Mälaren se poblarán de robinsones juguetones. Se empieza a notar la alteración de la sangre y sería necesario abandonar Estocolmo antes de que te atrape con su embrujo de verano, con el espejeo hechicero de las aguas en sus canales y las tardes eternas resplandeciendo sobre la cúpula de la mezquita de Södermalm. Titánica tarea la de comprimir año y medio de vida en Suecia para traérnosla envuelta en estos papeles, cuando todo se conjura para que la autora eche de menos Estocolmo sin haberlo abandonado. Eduardo manostijeras
Bajo el síndrome de Ángeles
Por Federico González Ramírez
Están locos estos suecos
El amor en los tiempos del cibersexo
De la alteración de la sangre y otros demonios
Diamantes o chocolate
Me llamo Bridget Jones
Maldito verano
Siestas
Con el picnic hemos topado
Un clavo saca a otro clavo
Hoy lo he visto
Paranoia telecomunicacional
Corazón de otoño
Erótica latina o el Anti-lagom
Reflexiones en un café
Una de cine
Noviembre
Invandrartango (Ficción)*
Queridos padres
Bajos fondos
Siempre en domingo
Pensamiento pre-vacacional
Maneras de morir
Propósitos de enmienda
Astrid
Que la fuerza me acompañe
Ser escandinavo y no morir en el intento
Un día en la sauna
Manías mías
Presagios
¿El final del invierno?
Imbécil por la pasión
Secretos inconfesables
Alina y Pavel
Me llaman la reina del mambo
Por fin
Despertares
Todo sobre mi Söder
¡Libre!
Días de vino y rosas
Boda a la sueca
El cielo está encalimado
Vacaciones infernales
Sentado en un parque
Despedida
A modo de epílogo: Yo, IDP