Esta obra puede ser definida como un testimonio. Uno más quizás de los que los medios de comunicación nos han narrado acerca de las vidas de las víctimas del terrorismo. Pero tiene una característica propia: que está narrado en primera persona y que adquiere en su parte central la estructura de un diario. En este sentido y por trazar un paralelismo que cuenta con muchos niveles de comparación sería una especie del diario de Ana Frank, pero escrito por un constitucionalista vasco. Una de esas personas amenazadas por el terrorismo y marginadas por lo que se ha venido en denominar como el ""nacionalismo obligatorio"", que traza los contornos de una historia lamentablemente universal en el tiempo y en el espacio: la historia del hostigamiento y la opresión, la historia de la soledad y la muerte? y todo ello vivido muy cerca de nosotros mismos, en nuestro mismo país; y muy próximo también en el tiempo, porque aún hoy, a pesar del debilitamiento de la banda terrorista, se podrían escribir páginas similares a éstas, en especial en determinados pueblos de Euskadi, allá donde aún el Estado de Derecho no se ha abierto paso.