Cuando una madre experimenta, de forma inesperada y repentina, la pérdida de un hijo la vida se convierte en un lugar inhóspito, monótono, se convierte en nada. Mas al recobrar las ganas de sentir, de percibir el mundo, una misma se da cuenta de todo aquello que en tiempos anteriores había pasado desapercibido a su mirada: el sol tiene una luz más intensa, los días nos acarician con su intensidad, el tiempo empieza a ser un dios sumiso, las flores poseen un perfume desconocido? Al despertar a la vida te das cuenta de que todo tiene un sentido que antes ignorabas y que ya no importa si llueve, si hay tormenta o si la situación económica ha mejorado o empeorado. Las cosas han empezado a ser relativas para mí porque, tal y como decía mi hijo Carlos ?SIETE ES CASI ??, palabras que se han convertido en el lema de mi vida y en el título de este libro. Y yo, en deuda con las enseñanzas de mi hijo, he escrito este humilde relato autobiográfico para poder acompañar, con mi experiencia y mis palabras, a todos cuantos deseen conocer las esperanzas renovadas que surgen tras la atroz ira de un destino tempestuoso. Sobrevivir y que el corazón vuelva a latir no ha sido una opción para mí, sino la única elección posible.