Son estos unos sermones que lanzo desde hace algún tiempo a parroquianos digitales, unos 120. Con ellos sostengo, de una u otra manera, una amistad o al menos un contacto cálido en estos años, enganchados unos desde un principio, adheridos otros después e incluso alguno recientemente.
Pero en todos he sentido un deseo, al menos tácito, de recibir gratamente estas comunicaciones mías.
Alguna que otra vez, me han manifestado su discrepancia sobre cualquier punto y lo he aceptado como no puede ser de otro modo. Porque el discrepar matiza y enriquece las opiniones. Y porque confieso que no me considero infalible.
Estos sermones circulan también por el ancho mundo a través de mi blog. Y es así cómo ya ha sido visitado por 217 países, que tengo un contador de visitas que señala las banderas de los países que se asoman a él.